Durante décadas, Doroteo Rodero cultivó con tesón pequeños majuelos de tempranillo, en unos pagos que siglos atrás pertenecieron a los capellanes de Pedrosa de Duero.
Doroteo fue uno de tantos viñadores anónimos cuyo esfuerzo consiguió mantener el cultivo de la vid aún en tiempos difíciles.
Si por algo destacó fue por la entrega a sus convecinos. Aún hoy su nombre es recordado con afecto y cariño por todos ellos.
Con el objetivo de continuar su legado y seguir trabajando la viña para preservarla, su hijo Paco Rodero junto con su esposa Conchita Villa, recuperaron el viñedo familiar y ampliaron ese trabajo en parcelas cercanas.
Ellos dos fueron unos de los primeros viticultores en la Denominación de Origen Ribera del Duero. En 1996 fundaron la bodega Pago de los Capellanes, y desde entonces siguen trabajando y soñando para mantener esa conexión con la tierra, su cuidado y el saber tradicional
Las sensaciones de vida y placer son el aspecto mas atrayente de este vino: descubrimos en él una energía singular, terrenal y enigmática al mismo tiempo.
Las raíces, muy profundas, parecen dar a las vides un equilibrio concentrado, una personalidad hecha de matices que encajan entre sí.
Doroteo es un vino maduro y fresco, paradoja que solo resuelven los viñedos más antiguos y bien manejados. Tras una vendimia seleccionada grano a grano, el lento proceso de elaboración consigue la máxima expresión de la uva. La larga crianza en barrica y en botella permite obtener un vino elegante y potente a la vez, un exponente de clasicismo y de larga vida.
“Nos identificamos con las bodegas que comercializamos.
Somos parte de ellas”.
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