UN SUEÑO
EN LAS ALTURAS
Hace unos años, empezamos a cultivar la vid en las
tierras altas de Fuentenebro, Pardilla y Honrubia,
en el extremo sur de la Ribera del Duero.Es un mundo de laderas agrestes y suelos rojizos,
donde las familias de viticultores han logrado
preservar el maravilloso patrimonio de un
mosaico de viña antigua.
Todos los elementos de un paisaje al límite
parecían estar esperándonos, y con respeto e ilusión
iniciamos el camino para expresar el carácter de
las altas viñas a partir de unas uvas de tempranillo
etéreas, finas y minerales.
Han sido años de trabajo en el campo, de retos
y decisiones, de paciente espera.
Por fin, hacemos realidad el sueño,
con un vino que es lugar, memoria y emoción.
LOS ELEMENTOS DE
UN SUEÑO
LAS TIERRAS ALTAS
En la frontera de los 1.000 metros,
las viñas parecen izadas por el viento,
encajadas entre dos mundos.
Al norte, los vallejos calizos que
descienden hacia el Duero; al sur,
los altos de la Serrezuela, cubiertos
de pinedas y encinares.
UN MAR DE
SUELO ROJO
El viñedo cabalga sobre enormes olas
rojizas. El suelo arcilloso pinta las
lomas cultivadas, las peñas abruptas,
el agua de las pequeñas lagunas del
monte. Y de la vendimia volvemos
siempre con las botas tintadas
de intenso color.
LAS VIEJAS VIÑAS
Décadas de cultivo han dejado el
testimonio vivo de un viñedo antiguo,
moteado de sabinas y enebros que
dan una singular identidad arbórea a
estas lomas altas. Hoy preservamos
su carácter con una minuciosa
viticultura agroforestal.
SOBRE MINAS
OLVIDADAS
Hubo un tiempo en que el viñedo
compartió el paisaje con la minería,
que aprovechaba el rico subsuelo.
Cortes y bocas aún salpican las
laderas. Si excaváramos muy hondo
algunas parcelas, quizá llegaríamos
a las antiguas galerías mineras.
LUGAR Y TIEMPO
Hemos dedicado años a conocer
en profundidad el territorio y a
seleccionar sus mejores viñas.
Procedente de cuatro parcelas
concretas –tres hectáreas en total–,
Un sueño en las Alturas madura
un año en dos fudres y dos
años más en botella.
Esta sabina es para nosotros un árbol especialmente
querido e icónico. Está a la vera de la cañada real, entre los pueblos
de Pardilla y Honrubia, muy cerca de algunas de nuestras parcelas.
Hemos pasado muchas tardes bajo la sombra de su copa,
contemplando el paisaje, hablando de la vida y
soñando con el futuro.
“Nos identificamos con las bodegas que comercializamos.
Somos parte de ellas”.
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