En el paraje de Casa Lo Alto los inviernos suelen ser lluviosos, con bajas temperaturas, siempre frios. La primavera, con tiempo nublado, templado y algo seco a partir de los primeros días de abril trae consigo que la vid cambie el ciclo y evolucione de lo térreo a lo aéreo.

A partir de mayo se instala el cielo azul y brillante, sin variación, hasta la cosecha. Vendrán julio y agosto con sus altas temperaturas, donde las vides demuestran una asombrosa capacidad de adaptación al medio gracias a su habilidad para encontrar agua en capas muy profundas milagro de la vid en el clima mediterráneo, que de forma implacable imprime su carácter en las uvas conseguidas.

A 600 metros de altitud, este viñedo es el bien más preciado de Casa lo Alto solo por existir, con vides de Bobal plantadas hace más de 80 años. Las viñas se cultivan con formación en vaso, estructura adaptada a una pluviometría escasa que protege de las excesivas insolaciones y retiene la frescura.

Su naturaleza es arcillo calcarea con textura arcillo areno: pobre en nutrientes. En cuanto al manejo del terreno actuamos para mantener un suelo vivo, rico en microfauna al favorecer su reactivación orgánica, sin emplear productos de síntesis química.

Sus aromas seducen a través de frutas negras opulentas y notas especiadas que se arremolinan en el fondo, casi negro, de la copa. La boca está respaldada por taninos fundentes, y delicados acentos ahumados de infinita longitud. A pesar del toque inicial de fuerza, emerge un carácter serio y reflexivo con una acidez brillante y tensa, de un impetu arrebatador. Cada sorbo se convierte en un fascinante torbellino de delicioso poder y energía, con la intensidad y belleza que acompañan a un amor pasional.

Este es el vino estrella del proyecto LOALTO, la más alta calidad, cuyas añadas más favorables embotellamos entre 500 y 1000 botellas en formato Magnum 15 |.

Está elaborado con el máximo respeto, sin la adición de productos exógenos y se ha embotellado sin clarificación, solo con una ligera filtración, por lo que la aparición de sedimentos es algo natural en su proceso de envejecimiento y no debe entenderse como sintoma de alteración.